
Ante noticias como la siguiente, uno no puede evitar acordarse de aquellos versitos de Catulo en los que afirmaba que "el ocio es molesto":
"La antropólogo escocesa Caroline Wilkinson ha reconstruido digitalmente el rostro del compositor alemán Johann Sebastian Bach, a petición de la Casa Museo del músico, con sede en Eisenach (centro de Alemania), y gracias a técnicas forenses y digitales".
Publicado en La Vanguardia.
El retrato de la izquierda, de fecha incierta, pertenece al compositor alemán. La pregunta, casi inmediata, es: ¿para qué se reconstruye el rostro de Bach si ya tenemos un retrato? Una de dos: o la antrópologo de marras se aburre un montón, o, quizás más posible, la señora o señorita Wilkinson es la "enchufadita" de turno que necesita promoción. Si no, no se entiende.
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